Autoconsumo fotovoltaico en Empresas: ¿es el momento?

España es un país energéticamente dependiente. Las consecuencias negativas de esta dependencia gozan actualmente de plena actualidad, el aumento constante de la factura de la luz genera fuertes tensiones en las estructuras económicas del país, enumeraré solo algunas:  las empresas pierden competitividad, los ciudadanos pierden capacidad de ahorro, el Estado se ve forzado a modificar sus fuentes de ingresos, se dispara la inflación, se detiene la recuperación.  Mucho se debate sobre las posibles soluciones, no entraré a detallarlas, pero de manera esquematizada, se encuentran siempre dos ideas comunes a todas ellas: reducción del gasto energético y una mayor utilización de las energías de origen renovable.

La descentralización del sistema y la eficiencia energética, sin estridencias, pero con constancia, son políticas cruciales para encontrar la solución al problema. Debemos buscar otro modelo que, basado en el autoconsumo y soportado en la digitalización, reduzca nuestra falta de autonomía. Europa se ha puesto a ello, los Fondos Next Generation van en esa dirección, y ahora los distintos países andan enfrascados en articular vehículos financieros que hagan viable, real y palpable este “New Green Deal”.

El contexto es envidiable, lo que antes era una posibilidad ahora es casi una obligación. A nivel empresarial, empieza a convertirse en todo un sacrilegio, tener metros cuadrados de techo disponibles en una fábrica o nave y no ocuparlos con una instalación de energía fotovoltaica.  ¿Ahora es el momento?, más que nunca diría yo, la escalada de precios de la luz ha dado un empujón definitivo, los plazos de amortización se han reducido considerablemente y las subvenciones directas a instalaciones con y sin sistema de almacenamiento ponen al alcance de las pymes una herramienta básica para mejorar su competitividad y, en algunos casos, asegurar su propia supervivencia. Muchas pymes le han dado ya la vuelta a la situación y han convertido un coste variable como el energético en uno fijo, o la dependencia al recibo de la luz, en independencia por autoabastecimiento. Y las ventajas no solo se quedan aquí, traspasan mucho más que la simple cuenta de resultados, son además canalizadoras de la responsabilidad social de las empresas, y empujan en el reto común que nos afecta a todos  como especie: conseguir un planeta más sostenible.

Pero cuidado, no todo es de color de rosa, también existen riesgos. Los riesgos derivados del momento de mercado pico como el actual. Ahora se hace más necesario que nunca rodearse de empresas instaladoras profesionales y habilitadas, no vale todo ni cualquiera, hay que optimizar las instalaciones, hacerlas económica y energéticamente viables, medir sus impactos y detallar y valorar en su caso, la eficiencia energética conseguida con la inversión pretendida. No cabe duda de que ahora es el momento, que ahora tenemos una gran oportunidad y que, sin duda, lo vamos a lograr.

Natxo Ivorra, Secretario general de Apeme

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